El Apóstol de un credo político.
Abogado, político, legislador, diplomático y militar. Fundador de la Unión Cívica Radical.
Nació el11 de marzo de 1842, en Balvanera, hijo de don Leandro Alen (porteño) y doña Tomasa Ponce.
Fue bautizado en la iglesia de Balvanera el 7 de abril.
Su padre fue fusilado en 1853, acusado de delitos comunes cometidos en su calidad de uno de los jefes de la Mazorca, en la época de Rosas.
Tenía apenas once años, cuando quedó huérfano, hasta entonces no había recibido ninguna instrucción, pero sí era el jinete más consumado y el niño más travieso del barrio de Balvanera.
Aprendió sus primeras letras, en la modesta escuela parroquial de esta sección. Asistiendo luego al colegio de Lorenzo Jordana, en él entabló amistad con Aristóbulo del Valle, vínculo que preservó hasta su muerte, y finalizó sus estudios inferiores en el colegio del “Comercio” dirigido por el sacerdote Cesáreo González
Una vez recibido, Alem se conviertió en defensor de pobres, y el Partido Autonomista lo llevó a la Cámara como diputado; peretira de la vida pública, pero vuelve a ser llamado a la legislatura, donde se opone firmemente a que la ciudad de Buenos Aires sea elegida capital de la República.
Hacer más de lo que manda el deber:
El 1 de julio de 1896, Leandro N. Alem decidió poner fin a su vida, con tan sólo 54 años.
Aquel día, mientras se realizaban en las calles los festejos de San Pedro y San Pablo, Alem estaba reunido en una charla con sus amigos más íntimos, con quienes solía tratar temas relacionados a la política.
Fueron ellos mismos, quienes descubrieron su cuerpo sin vida junto a una pistola que él mismo había disparado sobre su sien, y una nota que rezaba: “Perdónenme el mal rato, pero he querido que mi cadáver caiga en manos amigas y no en manos extrañas, en la calle o en cualquiera otra parte”.
Nacido en Buenos Aires el 11 de marzo de 1842, enfrentó la tragedia personal cuando, con sólo 11 años, siendo testigo de la ejecución de su padre, quien fuere uno de los principales jefes de la Mazorca, fuerza parapolicial que había creado Juan Manuel de Rosas.
Desde aquel momento decidió cambiar su apellido reemplazando la “N” por la “M”, para evitar la discriminación que le producía ser llamado “el hijo del ahorcado”.
Peleó contra la pobreza, ya que hasta el momento su padre era el sostén de la familia. Siendo adolescente decidió alistarse como voluntario en el ejército, allí adquirió una amplia experiencia, participando de las últimas batallas ocurridas durante las guerras civiles argentinas en 1859 y 1861.
Siempre se sintió caudillo de las masas populares, siéndolo en sus comienzos en el club parroquial, después en el atrio y luego en la plaza pública. Iniciada la campaña de Cepeda, sus tendencias lo llevaron al campo de Justo J. Urquiza, sirviendo en el E. M. del ejército de la Confederación, así como igualmente en la campaña de 1861.
Estas dos oportunidades lo apartaron un tiempo de las aulas universitarias, pero año y medio después volvió a ellas distinguiéndose en la de filosofía que dictaba el doctor Miguel Villegas.
Asimismo, prestó servicios durante la Guerra del Paraguay.
Por otra lado, realizó estudios de abogacía en la Universidad de Buenos Aires, y posteriormente inauguró un estudio jurídico junto a su gran amigo Aristóbulo del Valle.
Mientras tanto, se desenvolvía como miembro de la masonería, y al mismo tiempo como agregado cultural en la corte del Emperador del Brasil.
Poco a poco, la política comenzó a ser uno de los campos favoritos de Leandro Alem, cultivando desde siempre la pasión por ella, debió esperar algunos años para comenzar a llevar una vida política activa.
En 1871, se convirtió en diputado de la legislatura provincial de Buenos Aires, y tres años más tarde pasó a ser diputado nacional.
En 1877, ante la inquietud de hallar un partido que representase por completo su ideología, Alem se reunió con algunos de sus más importantes colaboradores, entre los que se encontraban Aristóbulo del Valle, Roque Sáenz Peña, Lucio Vicente López, Pedro Goyena, José Manuel Estrada, Fernando Centeno, Francisco Uriburu, y junto a ellos fundó el Partido Republicano, alejándose de la postura que en aquel momento había tomado el Partido Autonomista, en el cual se había iniciado Alem.
Durante las elecciones de ese mismo año, Alem se presentó junto con Aristóbulo del Valle como candidatos a gobernador y vice por el Partido Republicano, pero fueron derrotados por Carlos Tejedor, candidato de la Conciliación, en medio de un acto electoral que fue tildado de violento y fraudulento.
Aquella derrota significó la disolución del Partido Republicano, y a partir de allí, Alem decidió regresar al Partido Autonomista y participar de su reorganización.
Uno de los momentos políticos más trascendentales en la vida de Alem llegaría en el año 1890, cuando junto a Bartolomé Mitre decidieron fundar un nuevo partido, el cual fue denominado Unión Cívica.
Su muerte asumió los caracteres de un duelo nacional siendo su sepelio una solemne demostración de los méritos que se le reconocían, acto en el cual el gobierno que tanto había combatido el doctor Alem, tuvo una participación muy amplia.
El Partido Radical fué consecuente con el ilustre caudillo y obsequió una casa a su hermana, doña Tomasa Modesta Alem, a la cual el Congreso Nacional le votó una pensión por 10 años.
Fué el doctor Leandro N. Alem un espíritu batallador, creía con firmeza que los vicios políticos que combatía, solo podían ser eliminados a sangre y fuego, seccionando en carne viva el cáncer que devoraba las instituciones públicas, y que se había expuesto sobremanera en el gobierno de Juárez.
Tomando conciencia de lo solo y desengañado que se encontraba en esa empresa, tomó la extrema decisión de sacrificarse, acto que revela la fuerza de su carácter y lo indomable de sus pasiones. Apóstol de un credo político.
Su discurso durante la Revolución de 1890:
El pueblo donde no hay vida política es un pueblo corrompido y en decadencia o es víctima de una brutal opresión.
La vida política forma esas grandes agrupaciones, que llámeselas como ésta, populares, o llámeselas partidos políticos, son las que desenvuelven la personalidad del ciudadano, le dan conciencia de su derecho y el sentimiento de solidaridad en los destinos comunes, salvaremos con proyectos ni con cambio de ministros: y expresaré en una frase vulgar: ¡esto no tiene vueltas! (Grandes aplausos).
No hay, no puede haber buenas finanzas donde no hay buena política.
Buena política quiere decir respeto a los derechos; buena política quiere decir aplicación recta y correcta de las rentas públicas; buena política quiere decir protección a las industrias lícitas y no especulación aventurera para que ganen los parásitos del poder: (Aplausos) buena política quiere decir exclusión de favoritos y de emisiones clandestinas.