Antiguamente llamado con el nombre “Rauch” (en homenaje a Federico Guillermo Rauch, oficial de los ejércitos napoleónicos quien llegó a la Argentina en 1819 para incorporarse al ejército argentino) el Pasaje Enrique Santos Discépolo goza de una historia única en lo que respecta a las calles – en este caso pasaje – de Buenos Aires.
Naciendo en la esquina de Av. Callao y Lavalle y teniendo su ocaso en la intersección de Av. Corrientes y Riobamba -en el barrio de Balvanera- llama la atención, en primer lugar, su estilo, su diseño en forma de S. Es que resulta imposible para cualquier peatón o transeúnte poder observar uno de sus extremos desde el opuesto o contrario. Lo cual parecería ser una implícita invitación a poder recorrerlo y conocer parte de su historia.
Esta particularidad respecto a su forma serpenteada se debe a que antes de que sea un pasaje (en la época en la cual Buenos Aires era una zona rural) era un tramo de una vía férrea. Es decir que por allí mismo circulaba un tren. De hecho, se trata nada más ni nada menos que de la primera locomotora argentina llamada “La Porteña”, cuya parte de la historia podemos observar mediante una placa ubicada en el mismo pasaje que recuerda su primer viaje inaugural realizado un 30 de agosto de 1857.
Otra de las características que también llaman la atención es que el pasaje no cuenta con “veredas” tal como las conocemos. Es decir que acera y calzada están no sólo ubicadas sino también dispuestas en un mismo nivel.
En el año 1988, este pasaje, pasó de llamarse Rauch para llamarse Enrique Santos Discépolo en homenaje al músico, cineasta, actor y dramaturgo porteño popularmente conocido por las autorías de los tangos Cambalache (1934), Uno (1943) y Cafetín de Buenos Aires (1948) para nombrar sólo algunos. No resulta ni arbitrario ni casual que el pasaje lleve su nombre, ya que el mismo artista nació y murió en el barrio de Balvanera.
Uno de los edificios más importantes que podemos encontrar en el pasaje Santos Discépolo es la Escuela Normal Superior Nº 9 Domingo Faustino Sarmiento en la cual (y como en toda Escuela Normal) funcionan los cuatro niveles educativos: inicial, primario, secundario y profesorado. Cabe destacar que la primera formación de maestros de dicha escuela estuvo a cargo de la educadora y pedagoga argentina Rosario Vera Peñaloza. La escuela, además, fue un proyecto del arquitecto italiano Carlos Morra quien también estuvo a cargo del diseño de la Facultad de Filosofía y Letras; es que se trataba de un arquitecto cuya “especialidad “eran los edificios estudiantiles.
En 2007 el artista plástico Marino Santa María, referente argentino de mosaiquismo, realizó un mural que llamó “Uno, once y nosotros” que se encuentra ubicado en el contrafrente de dicha escuela.
Asimismo, se encuentra allí también el “Teatro del Picadero”; resulta relevante como parte de la historia que ahí mismo en el año 1981 se encontraba, mejor dicho, se desarrollaba el Teatro Abierto cuyo propósito cultural había surgido como una reacción a la dictadura cívico militar.
Para el año 2003, mediante un proyecto y luego sanción de la Ley 1157, el pasaje pasó a ser peatonal, lo cual impulsó aún más no sólo a vecinos sino también a curiosos de otros barrios o zonas a poder recorrerlo y conocer así parte de su historia.
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