Ideales para incorporar en días de calor extremo, nos aportan numerosas vitaminas, fibra dietética, son bajas en calorías y nos mantienen hidratados.
Las cinco frutas con mayor contenido de agua y valores nutritivos.
Sandía. La fruta emblemática del verano. Con más de un 91% de agua, es uno de los frutos de mayor tamaño de cuantos se conocen y puede alcanzar hasta los 10 kilos. Dos buenas tajadas de sandía suplen a un vaso de agua, de modo que resulta una alternativa muy interesante para ofrecer a las personas mayores, que suelen manifestar desagrado para tomar suficientes líquidos. La sandía es una fuente moderada de licopeno, que tiene propiedades antioxidantes y que reduce el riesgo de ciertos tipos de cáncer en general, y de páncreas, pulmón, colon y de próstata, en particular. La sandía es idónea para calmar la sed, y junto con el melón es la reina de las frutas del verano. Debido a su potente sabor refrescante, también se utiliza para preparar con ella deliciosos, helados y jugos.
Melón. Con casi un 92% de agua, el melón es una gran fruta veraniega. Es bajo en calorías, contiene menos azúcar que otras frutas y es rico en beta-caroteno, cuyo consumo ayuda a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, degenerativas y a prevenir el cáncer (las variedades de melón con pulpa naranja contienen más que las otras). Por su aporte de provitamina A y vitamina C, su consumo se recomienda especialmente a quienes tienen un mayor riesgo de sufrir carencias de dichas vitaminas: personas que no toleran los cítricos, los morrones u otros vegetales. El melón es una de las frutas con más contenido de potasio. Este mineral, junto con la destacada presencia de agua, lo convierten en un buen diurético.
Pomelo. Más del 91% de un pomelo es agua, una fruta que destaca por su contenido en vitamina C y en ácido fólico. El ácido fólico es la vitamina imprescindible en los procesos de división y multiplicación celular que tienen lugar durante los primeros meses de gestación, por lo que el consumo de jugo de pomelo resulta muy bien en el embarazo. El pomelo, además, tiene efectos antioxidantes, que bloquean el efecto dañino de los denominados “radicales libres”. Para elegir un buen pomelo, hay que buscar los que tengan mayor peso respecto a su tamaño, ya que esto indica que están llenos de jugo. Por fuera deben estar intactos, sin golpes, y sin zonas muy endurecidas o muy blandas en su cáscara.
Frutillas. Las frutillas son frutas de bajas calorías. Su componente más abundante, después del agua (casi el 91%), son los hidratos de carbono (fructosa, glucosa y xilitol). Ricas en fibra, mejora el tránsito intestinal, y son muy buena fuente de vitamina C y ácido cítrico. Las frutillas tienen un elevado contenido de potasio y escaso en sodio, por lo que resultan muy recomendables para quienes sufren de hipertensión arterial o afecciones de vasos sanguíneos y corazón. También son una buena fuente de fibra dietética, muy beneficiosa para la salud. Para conservarlas mejor, hay que evitar manipularlas demasiado y se lavan a último momento, justo antes de servirlas.
Cerezas. La cereza es rica en hidratos de carbono, sobre todo fructosa, su valor calórico es moderado respecto de otras frutas. Aporta cantidades significativas de fibra, y aporta buenas cantidades de flavonoides, un estupendo antioxidante. Se deben elegir las que presentan un color rojo oscuro o negro vivo, según la variedad. Las carnosas siempre son las mejores. Deben estar limpias y tener una piel firme, brillante, entera y sin roturas ni imperfecciones.