Si uno quisiera escaparse a un rinconcito parisino en medio de la Ciudad de Buenos Aires el pasaje Carlos Ambrosio Colombo sería, sin lugar a duda, el lugar indicado para dicha fantasía.
El hecho de contar con dos entradas-una por Av. Rivadavia a la altura del 2431 y otra por Azcuénaga al 34-nos da la pauta que dicho pasaje tiene una forma de letra L y consta de unos treinta metros de recorrido.
Su proyecto data del año 1890 por lo cual hablamos de uno de los pasajes más antiguos de la ciudad. El diseño estuvo, en un principio, a manos de la compañía de seguros “La Edificadora” y formaba parte de un proyecto de emprendimiento inmobiliario. Al quebrar dicha empresa es adquirido por un comerciante llamado Carlos Ambrosio quien se encarga de darle el nuevo nombre al lugar.
El diseño original estuvo a cargo del ingeniero Carlos Heynemann (existen aún algunas discusiones acerca de si era arquitecto o ingeniero) en colaboración con el arquitecto sueco Enrique Aberg (quien fue justamente el fundador de “La Edificadora”) y, vale la pena destacar, que Heynemann trabajó también en el diseño del Museo de Ciencias Naturales de La Plata.
Este pasaje es clave en lo que respecta a la historia del barrio de Balvanera ya que formaba parte de las tierras de la quinta de uno de los pobladores del barrio: Antonio Gonzáles Varela, quien era apodado ni más ni menos como “el Miserere”. Esta parte de la historia se puede observar en una de las placas que fue ubicada en la fachada de dicho lugar, a manos de la Junta de Estudios Históricos de Balvanera en el año 2003.
Tanto su entrada como los portones de hierro que la caracterizan fueron añadidos hace no muchos años como respuesta a la inseguridad de la zona y con el fin de resguardar el lugar. De hecho, antes de ser colocadas el pasaje podía ser recorrido con vehículos. De esta forma encontramos no sólo un gran muro sino una enorme palmera.
En el ocaso de una de sus calles podemos encontrar también algo que llama mucho la atención y es una torre de dos pisos con un gran reloj ubicado en su altura máxima. Dicha torre funciona como portería del lugar.
El lugar consta no sólo de subsuelos sino también de una planta baja y una planta superior que albergan gran cantidad de unidades de hasta 8 habitaciones. Es que, en esa época, Buenos Aires estaba en un pleno proceso de ampliar su capacidad y poder crear la mayor cantidad de unidades habitacionales lo cual dio por resultado la existencia de tantos pasajes.
En el año 1997 fue incluido dentro de las Áreas de Protección Histórica y es un dato interesantísimo también que allí vivió y murió el poeta, dramaturgo y ensayista Leopoldo Marechal, autor de una de las novelas más significativas de la literatura argentina del siglo XX “Adán Buenosayres”.