En el barrio de Balvanera, dentro de la Ciudad de Buenos Aires, se encuentra la Plaza Manzana 66, delimitada por las Avenidas Belgrano y Jujuy, y por las calles Moreno y Catamarca. La plaza es una representación de la unión y la disposición entre los vecinos del barrio, para mejorar la calidad de vida de todos los residentes, con la finalidad de contar con un espacio verde recreativo en el cual los más chicos puedan jugar, y donde los más grandes se puedan reunir y disfrutar.
Su nombre proviene del Catastro de la Ciudad de Buenos Aires, ya que, en este plano, la manzana en la que se ubica la plaza sería la número 66. Su terreno, en el cual se encontraban antiguas construcciones de viviendas de la década de los 1920, fue disputado por muchos años, hasta que fue demolido en 2011 echando a sus residentes, con la intención de construir un microestadio destinado a eventos musicales.
Fue en este momento que se encontró en la Manzana 66 un vacío gigante, dentro de una zona con una gran concentración poblacional, por la que todo tipo de desarrolladores inmobiliarios, empresarios privados, promotores urbanos, vecinos asociados e incluso el gobierno local, presentaron sus proyectos para este terreno. La manzana era una gran oportunidad financiera, ya que por su localización contaba con una gran accesibilidad a servicios urbanos, y contaba con un precio muy bajo debido al deterioro y abandono que presentaba.
Los vecinos, exasperados por la idea de la construcción de un estadio con una capacidad de 18.000 personas, al lado de sus hogares, decidieron reunirse y luchar contra el proyecto. Gracias a sus movilizaciones, pudieron detener el proyecto, pero igualmente en 2015 se instalaron en el predio once canchas de fútbol pertenecientes a una empresa privada. Aun ofreciendo resistencia, debido a que las canchas contaban con focos de luz molestos para los vecinos, además de ruidos muy altos a horas de la noche, realizaron una contrapuesta, y produjeron ellos mismos un proyecto para la Manzana 66, junto a arquitectos, urbanistas y especialistas en materia legal y ambiental.
Así es como nació lo que hoy conocemos Plaza Manzana 66, la cual buscó entregarle un espacio verde, espacios recreativos, culturales y artísticos, y espacios para realizar actividades físicas, a todos los residentes del barrio. A su vez, propusieron en este mismo proyecto la construcción de una escuela de nivel inicial. Al día de hoy, la Plaza Manzana 66 cuenta con más de diez mil metros cuadrados, con juegos didácticos infantiles, estaciones aeróbicas, mesas de ping-pong, una estación sustentable, un círculo de atletismo, una estación verde y conexión a redes Wi-Fi.
Fue diseñada por Pablo Siquier, y es compuesta por un cordón perimetral arbolado con equipamientos, elevado a metro y medio de la vereda, con tableros y senderos absorbentes con el propósito de filtrar el agua de la lluvia.
Pero desafortunadamente la lucha no terminó ahí: a día de hoy, la Plaza Manzana 66 fue abandonada completamente por el Gobierno de la Ciudad, el cual no se encargó de mantener y cuidar el espacio. Los vecinos dicen que 160 árboles nativos se están secando por falta de riego desde marzo del año pasado, y que lo mismo está sucediendo con el césped y la vegetación. Señalan que los juegos infantiles están “destruidos”, con tres juegos que no andan, incluyendo la calesita, el escalador, y solo queda una hamaca. Los vecinos comentan, tristemente, que, a pesar de la extrema decadencia de la plaza, la gente aun así se dirige hasta ella, ya que la necesidad por un espacio verde y al aire libre es extremadamente importante dentro de la comunidad. La respuesta de la Junta Comunal, encargada de mantener estos espacios, respondió a los reclamos diciendo que “no hay presupuesto para arreglarla”.
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