Antiguo Hotel Garay. Identidad e historia del barrio de Balvanera.

El Hotel Garay se mantiene firme en su esquina, los mascarones se ríen del paso de los años que quieren acabar con él, si bien no se tiene conocimiento sobre el interior del edificio la fachada sigue siendo magnífica.

El Hotel Garay fue construido entre los años 1908 y 1909 por el ingeniero florentino Icilio Chiocci. Icilio además de ingeniero era agrimensor y se había formado en nuestro país, también son parte de su obra el Hotel y Palacio de Necochea y varios pequeños hoteles más. La llamativa fachada en la esquina noroeste de Rivadavia y Bermejo, hoy Jean Jaures, inspira la elegancia y armonía propias del art-nouveau italiano al que también se llama Liberty o Floreale, tendencia nacida en la Esposizione di Torino en 1902. Curiosamente hay más edificios que siguen este estilo en Buenos Aires que en Italia, esto se atribuye al cariño porteño por la arquitectura tradicional. Lo encontramos sobre todo en los pequeños hoteles de Congreso, Balvanera y Caballito, que eran las zonas de residencia de las familias de clase media comerciantes e industriales de origen italiano.

El edificio había sido pensado originalmente como viviendas de alquiler y locales en la planta baja, de hecho hay registros de que en 1910 funcionó allí una mueblería. Aunque el hotel permanece cerrado desde hace décadas se pueden observar los detalles de su diseño desde la vereda.

El trabajo en madera de las ventanas y los barandales son detalles clásicos del modernismo, y los mascarones femeninos de sonrisa eterna y mirada fija al frente pueden contar la historia de la excavación que se hizo para instalar la línea A de subtes, la primera del país. La Asociación Art-Nouveau de Buenos Aires lo clasifica como emblema del art-nouveau porteño, si bien hace años que se descuida su estructura. Los negocios colindantes, una playa de estacionamiento y el pasar de los años han disminuido poco su esplendor. En los primeros pisos de las estructuras todavía se distinguen los colores originales. Ha sobrevivido a varios intentos de venta de la esquina en block y de los locales de planta baja por separado.

Las ventanas y los balcones aparecen siempre de a pares, a excepción de la sección sobre Rivadavia 3113. Las puertas de los balconcitos están enmarcadas en un color vino tinto y coronadas con distintas formas. Los eternos mascarones están en la cuarta planta bajo molduras arqueadas. El registro sobre el Hotel Garay es prácticamente inexistente, sólo perduran los relatos orales pasados de generación en generación.

Así relata un hombre ya entrado en años lo que escuchó de su abuela sobre el edificio: cuando el Garay era edificio de alquiler de habitaciones se había instalado allí una costurera catamarqueña, de gran habilidad y con una clientela consistente. Un día apareció un hombre muy enojado con la joven porque el pantalón que ella le había zurcido estaba manchado. La costurera se avergonzó y no supo cómo explicarse, así que sacó de sus ahorros el dinero para que el hombre se comparara un nuevo pantalón, con esto el caballero se tranquilizó. Al tiempo volvió por otra reparación y ella insistió en revisar la prenda antes de que él la retirase, estaba perfecta. Pero el hombre volvió a aparecer por el Hotel muy disgustado, de nuevo había manchas en la ropa pero al haber confrontado a su mujer esta confesó que ella estaba manchando la ropa intencionalmente pues sentía celos de la joven y quería desacreditarla. Por lo que discutieron y él se fue de casa. Se disculpó con la costurera y le invitó un café, así los dos comenzaron a salir. A los dos años el hombre muere de tuberculosis, y a la semana alguien llama a la puerta de la costurera. Era el hermano del fallecido y le cuenta a la desconsolada joven que años atrás el hombre había tenido problemas con la ley y se había fugado, entonces ella le pregunta por la mujer que había sido su esposa y él le responde “¿qué esposa? Mi hermano siempre vivió solo y era soltero”.
Txt: More T M