La Casa de los Pavos Reales, una obra brillante.

Ubicada en el barrio de Balvanera, sobre la Av. Rivadavia al 3216 y 3232. La Casa de los Pavos Reales constituyen dos edificios separados que comparten una misma fachada. Fue creada por el arquitecto italiano Virginio Colombo, en el año 1912 a sus 27 años, y trata de una de sus obras más relevante. 

La construcción fue solicitada por la firma comercial “Rossi Hermanos”, fundada en 1904 y dedicada al calzado femenino e infantil. La zona elegida para edificar fue la que hoy llamamos Once. En esta época, gracias a su cercanía con el Centro, era un imán para la nueva clase media burguesa que quería invertir en ladrillos. A diferencia de la clase alta tradicional, que construían grandes mansiones para funcionar como vivienda unifamiliar, las edificaciones de los nuevos ricos debían dar respuesta a requerimientos industriales, comerciales y residenciales, simultáneamente.   

Partiendo de estas premisas, el arquitecto asignado, Virginio Colombo, proyectó un edificio con subsuelo, planta baja y tres niveles. En el subsuelo ubicó la zona de producción; en la planta baja un gran local comercial destinado a vender los calzados producidos por la fábrica. En la zona central del primer piso emplazó las viviendas para la familia Rossi y en los laterales de ese mismo piso, más todo el segundo y el tercero, dispuso viviendas para alquilar (en total, doce semipisos de 125 m2 cada uno). En la parte posterior del terreno, el arquitecto proyectó un conjunto de dieciséis viviendas austeras, de 60 m2 cada una, para ser arrendadas a los propios trabajadores de la fábrica. 

Una vez finalizada la obra fue arrendada por diferentes personas pero la titularidad de la Casa de los pavos reales se mantuvo en pocas manos. Posteriormente, con la sanción de la Ley de propiedad horizontal de 1948, las viviendas pudieron ser compradas por sus ocupantes y los edificios quedaron divididos en dos consorcios. Durante la última dictadura militar fue sujeta a expropiación por la traza de la fallida AU3, por lo que poco a poco quedó deshabitada y se fue deteriorando. El retorno de la democracia trajo nuevos propietarios, y en 1992, con la modificación del Código de Planeamiento Urbano de la Ciudad de Buenos Aires, toda la finca quedó bajo nivel de protección estructural. 

A través de la gestión de varios copropietarios, en forma conjunta con funcionarios del Gobierno de la Ciudad, se desarrollaron distintas acciones con el objeto de preservar el inmueble. En el año 2001 lograron que la Legislatura Porteña, sancionará la Ley 566 de Protección Estructural del Edificio, que significa que se debe “resguardar el exterior del edificio, su tipología y los elementos básicos que definen su forma de ocupación del espacio, aunque permite realizar modificaciones que no alteren su volumen”. 

Sin embargo, ambas fachadas del edificio ya se encontraban realmente muy deterioradas, por lo que en el año 2006 el Gobierno de la Ciudad, otorgó en carácter de subsidio un monto que sumado al aporte de los copropietarios, resultaron suficientes para contratar la restauración total de ambas fachadas. La restauración y puesta en valor, fueron ejecutados por el arquitecto José Barassi y el escultor Federico Poncerini. Gracias a sus trabajos, hoy en día tanto a los propietarios, como los vecinos, y un gran número de turistas, pueden ver y admirar uno de los edificios emblemáticos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

Este edificio posee un diseño único de tipo ecléctico. Tiene características del “liberty milanés”(englobado por la tendencia del modernismo de 1900) pues sigue el tema floral y animal, y del art Nouveau veneciano, sobre todo por los arcos apuntados.  

Para entender mejor la fachada de la Casa de los Pavos Reales conviene observar los detalles de cada nivel.  

En la planta baja se pueden observar seis puertas de acceso, dos de las de mayor importancia corresponden a los accesos de los departamentos sobre el frente, y dos ubicadas sobre los extremos son para los departamentos sobre los fondos. Además existen cuatro vidrieras y las dos puertas restantes corresponden a la de los dos locales comerciales. 

El nombre dado al edificio se debe a que en los cuatro balcones del primer piso sobresalen ocho pavos reales en un entorno cargado de plantas al estilo art Nouveau. También nos remite al tema, el friso superior que contiene un entrecruzamiento de arcos de medio punto, que a su vez genera una fila de arcos ojivales que se asemeja a un gran plumaje que se despliega a lo largo de todo el frente. 

En el segundo piso unos leones en símil piedra, figuran sosteniendo los balcones de doble puerta, que, a su vez, conforman una unidad con los del primero. Hacia la década de 1980, varios de estos leones fueron retirados y se recuperaron para la restauración de 2006. 

Tanto los balcones del primer piso como los del segundo están rodeados de ladrillos rojos vistos con algunas tramas que decoran en frente. En cambio, el tercer piso, de color gris piedra, muestra un espectacular aspecto con pequeños balcones bajo arcos de medio punto y entre ellos arcos ojivales con columnas y mosaicos esmaltados intercalados. Por encima, el remate superior de la fachada muestra sectores almenados con mascarones (cara de piedra) de leones por debajo. 

Si bien los edificios se construyeron casi en forma conjunta, se comenzó por el de la izquierda y luego se continuó por el de la derecha, por lo que pueden observarse algunas pequeñas diferencias en las plantas y terminaciones interiores: por ejemplo, en las barandas de las azoteas a patios interiores una es de reja forjada y en el otro de mampostería. 

En el interior, lo más destacable son los murales esmaltados que decoran los vestíbulos, con escenas de la campiña italiana. Las cajas de los ascensores también poseen trabajo realizado en hierro en estilo art Nouveau. 

Acerca del arquietecto
Virginio Colombo nació en Milán en 1885. Se graduó de arquitecto en 1905 a sus 21 años, en la Accademia di Belle Arti di Brera, donde fue alumno de Giuseppe Sommaruga, uno de los principales representantes del recientemente delineado estilo “art Nouveau” en Milán. 

Un año después, llegó a la Argentina porque había sido contratado por el Ministerio de Obras Públicas junto a otros arquitectos para la decoración del Palacio de Justicia que se construía en Buenos Aires.  

En 1909, fue contratado como director del estudio de los ingenieros Vinent, Maupas y Jáuregui, uno de los más importantes de Argentina, y con ellos proyectó dos de los pabellones de la Exposición del Centenario de la Revolución de Mayo: el de Festejos y Actos Públicos, y el de Servicio Postal, trabajos con los que gana una Medalla de Oro. Dos años después se independiza y comienza una carrera floreciente con la construcción de la Casa Calise, situada en Hipólito Irigoyen 2564, donde lleva el estilo “Liberty italiano” a su máxima expresión. 

Adquirió fama, no solo por su sentido estético, que gustaba mucho, sino también por el aprovechamiento de los terrenos para la construcción de viviendas para varias familias, generalmente para alquilar. 

En su corta vida diseñó y ejecutó más de 50 obras, todas dentro o cerca del centro de la ciudad. Su trayectoria se suele dividir en dos etapas: la primera, donde confluyen la vertiente lombarda del modernismo, conocida como Liberty, y una reinterpretación personal de la arquitectura medieval italiana y una segunda etapa, tras el ocaso del modernismo y el eclecticismo, donde se observa la influencia de los estilos borbónicos franceses. La Casa de los Pavos Reales corresponde a la primera etapa. 

Un detalle que no puede superar la categoría de rumor es la posibilidad de que Colombo haya sido masón, porque muchos detalles ornamentales de este edificio son tomados como símbolos característicos de esta sociedad. Como el color rojizo del mármol, la estrella de 8 puntas, la flor de lis y las imágenes mitológicas realizadas en cerámicas, entre otras.  

Virginio falleció a los 43 años por un disparo en la cabeza el 22 de julio de 1927.
Redacción Abasto: Lola S.